Nunca es tarde si la dicha es buena

 Muchas veces como papis os habréis preguntado si lo estáis haciendo bien o no. Puede que siguiendo patrones de educación y crianza de tus antepasados hayas caído en el error común de educar dañando. Seguramente no estás obteniendo los resultados que te esperabas y en algún modo, has dañado la relación con tu hijo… Si […]

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Muchas veces como papis os habréis preguntado si lo estáis haciendo bien o no. Puede que siguiendo patrones de educación y crianza de tus antepasados hayas caído en el error común de educar dañando. Seguramente no estás obteniendo los resultados que te esperabas y en algún modo, has dañado la relación con tu hijo… Si te sientes que podrías haberlo hecho mejor, no te rindas, AÚN estás a tiempo de cambiar esa relación y mejorar vuestro apego. Raquel de Educa-t-nos nos habla de la RESILENCIA y de com puedes cambiar.Cuando uno es padre o va a serlo en breve, normalmente empieza a leer sobre crianza y educación porque quiere hacerlo lo mejor posible. En esa vorágine de lecturas hay un concepto que sale una y otra vez: el apego. Más concretamente, el apego seguro. Por todos lados nos hablan de este concepto y nos explican su importancia en el desarrollo humano, especialmente durante los tres primeros años de vida.

¡Empezamos bien! Todos esos libros y artículos nos dicen que si no fomentamos el apego seguro en nuestros hijos tendrán carencias emocionales y dificultades para relacionarse toda la vida, ¡menuda responsabilidad!

¿Pero qué pasa si por la razón que sea ya han pasado esos tres años de vida de nuestros hijos? ¿Ya no hay nada que hacer? ¿Hemos echado a perder el sano desarrollo de nuestros retoños? La respuesta es NO.

Como recuperar un apego seguro

La Naturaleza que es muy sabia, ya pensó en eso cuando nos programó y sembró en nosotros la capacidad de resurgir cuan Ave Fénix. Aunque es cierto que debemos cultivar esa capacidad, que no es innata, todos nosotros somos capaces de desarrollarla. Esta capacidad, como todo en esta vida, tiene un nombre: RESILIENCIA.

Habitualmente, la resiliencia es definida como la capacidad que tenemos las personas para adaptarnos positivamente a situaciones traumáticas como la muerte de un ser querido o un accidente y, además, podemos salir fortalecidos de ellas. Pero como se trata de un concepto relativamente nuevo, ofrece muchas posibilidades al respecto.

Lo que parece claro es que para que se produzca resiliencia tienen que darse dos situaciones: por un lado, que se den situaciones adversas, y por otro, es necesaria una adaptación positiva de la persona. Si no, ¿qué pasaría con los niños maltratados? ¿y con los niños que son adoptados? Sin esa capacidad de recuperación estarían condenados de por vida.

Por ello, por nuestra capacidad de sobreponernos a todo, hoy vengo a tirar una lanza a favor del cambio. No porque vuestros hijos tengan más de tres años y les hayáis educado con métodos tradicionales, dejándolos llorar, usando los gritos y los castigos, las amenazas e, incluso algún cachete que otro, o sean niños adoptados o que en casa ha habido algún acontecimiento que ha impedido un desarrollo de un apego seguro, tenéis que tirar la toalla y ponerlo de excusa para no educar desde el respeto.

Al contrario, hoy os traigo la llave para el cambio, os muestro una serie de hábitos de las personas resilientes para poder trabajarlos en casa y, así, tomar otros caminos en la educación de nuestros hijos.

Como hacer el este cambio

  • El autoconocimiento. Ser conscientes de nuestras fortalezas y limitaciones es el primer paso para ser más resilientes.
  • Ver los errores y las dificultades como una oportunidad de aprendizaje.
  • Pedir ayuda si la necesitamos y ser conscientes que no por ello somos débiles.
  • Cultivar la autoestima.
  • Aprender a identificar y a aceptar las emociones.

Además, en el caso de querer fomentar la resiliencia en nuestros hijos recordad que somos su ejemplo, que siempre nos están observando y repiten nuestros patrones de conducta.

Bueno, ahora ya no tienes excusa para empezar a educar desde el respeto a tus hijos. Trabajad esa resiliencia y empezad a cambiar vuestra forma de relacionaros.

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¿Crees que tienes un apego seguro con tu hijo? ¿O sientes que deberías cambiar algo para mejor vuestro apego?

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